El Kefir, el huevo, el queso y la mantequilla - tienen que estar fríos.
En un bol tamizar la harina con levadura, Añadir sal y azúcar, mezclar bien.
En otro bol juntar kefir con huevo y ralladura de limón, mezclar bien.
Por otro lado rallar con un rallador fino el queso.
Cortar la mantequilla en cubitos pequeños.
Añadir la mantequilla cortada al bol con harina y hacer una masa arenosa, deshaciendo la mantequilla con los dedos. Trabajar rápido para que la mantequilla no se empiece a derretir, puedes hacerlo con guantes. Al final la masa debe parecerse a la arena, sin grumos grandes.
Añadir queso rallado y mezclar una vez más con las manos.
Al centro de la masa agregar el kefir con huevo y mezclar con una pala hasta que no se pueda mezclar con ella.
Poner toda la masa en la mesa, juntar la masa sin amasar mucho.
Hacer un rectángulo con grosor de unos 2,5 cm.
Doblar los extremos hacia el centro y cambiar la masa de lado.
Estirar un poco el rectángulo con el rodillo hasta que que tenga el grosor de unos 2,5 - 3 cm.
Con el cortador no muy grande y usando harina para que no se pegue, cortar los scones. Cortarlos cerca los unos de los otros para aprovechar la masa.
Poner los scones a la bandeja con papel para hornear, sin dejar muy cerca los unos de los otros.
De la masa que ha sobrado juntarla de nuevo y repetir el proceso anterior.
Cuando la bandeja esté llena de scones, apretar con el dedo gordo de la mano en el centro de cada bollo para que la masa se hunda un poco, así crecerán más rectos en el horno.
Mezclar la yema con un poco de agua y pincelar los scones con esta mezcla por encima para que los bollos tengan un bonito color dorado.
Hornear los scones unos 15 minutos, dependerá del tamaño y el horno de cada uno. Tienen que tener un color dorado.
Sacar los bollos scones del horno y dejar que se enfríen un poco en una rejilla.